Durante siglos, las velas han sido el símbolo de la iluminación pero también del poder de un deseo (no necesariamente bueno). Y tiene todo el sentido, pues las velas son esa herramienta útil en todos los casos: ilumina, pero también relaja, armoniza y, si se le pone una intención, se vuelve una arma poderosísima que transforma la energía.
¿Cómo intencionar una vela?
Aprende a sacar el máximo poder de estas transformadoras de energía.

Basta con echar un vistazo a cualquier lista de rituales para darnos cuenta de que las velas son usadas para todo, desde los deseos en un pastel hasta las invocaciones a Hécate, Lilith o Cristo, eso sí, si el deseo es tan fuerte que se convierte en una intención, hay que tener cuidado con lo que se manifiesta o pide.
Dicen los expertos que cuando se enciende una vela, hay que concentrarse en tres puntos importantes: pensar en qué guía queremos recibir, si queremos soltar o si queremos atraer. Así pues, el modo más efectivo para intencionar una vela es:
1. Concentrarse, guardar silencio, escucharnos con atención y respirar profundamente.
2. Una vez resuelta esta concentración, hay que pensar con claridad lo que se desea proyectar.
3. Resumir el deseo, afirmarlo y escribirlo.
4. Imaginar el deseo cumplido y mover toda tu energía hacia eso. Decirlo en voz alta con plena convicción.
5. Encender la vela y, según sea el caso, esperar a que se consuma con toda precaución.

Si bien es cierto que cada religión o creencia tiene particularidades en sus rituales, lo cierto es que hay reglas universales que se comparten entre sí, por ejemplo el color de las velas, que en la mayoría de los casos es: blanco para la purificación, rojo para el amor o la pasión, verde para el éxito y la abundancia, y negro para la protección.
Así que si estás decidido a comenzar algo a plenitud, un ritual con velas nunca sobra, ya lo comprobaron los sabios antiguos; por ejemplo los egipcios, que usaron las velas en sus templos para celebrar el cambio de estación o como tributo, nada mal para su creencia de lo sagrado y el combate a la penumbra donde, según decían, se encuentra la ignorancia.