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Ignacio López Tarso

Muere Ignacio López Tarso, el último grande del cine mexicano

El actor de 98 años será recordado por una vida dedicada al arte de interpretar.
Publicado 11 Mar 2023 – 08:14 PM ESTActualizado 11 Mar 2023 – 09:34 PM EST
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Ignacio López Tarso se suma a Facebook. Crédito: Facebook: Ignacio López Tarso

La tarde de este 11 de marzo de 2023 falleció don Ignacio López Tarso en el hospital, donde estuvo internado varias semanas en terapia intermedia a causa de una neumonía, y al final de sus días ya le era imposible comer. El anuncio de su triste fallecimiento fue confirmado a través de redes sociales.

Los primeros años de la vida de don Ignacio López Tarso fueron como los de muchos mexicanos de escasos recursos antes de los años 50. Y sus primeros acercamientos con el arte histriónico fueron a través del teatro de carpa, del que quedó fascinado rápidamente.


Pero no lo sabría hasta años después. Antes de eso, con lo limitado, logró terminar la secundaria en Valle de Bravo, pero no se conformó con lo posible y empeñó en la fe la oportunidad de tener una educación superior, así que contra todo pronóstico y sin vocación, comenzó su camino al sacerdocio con la única ilusión de seguir aprendiendo.

Con la fe menguada, a los veinte años se dio cuenta que ser sacerdote no era para él y optó por acuartelarse en Querétaro por un año, donde logró ser Sargento Primero, pero al cabo de unos meses y teniendo por delante las pruebas para entrar al Colegio Militar, se dio cuenta de que aunque era bueno, tampoco tenía vocación para la milicia.

La suerte para encontrarse con la actuación no le sonrió de inmediato, así que antes de caer rendido ante los encantos del teatro, tuvo que trabajar en fábricas de ropa y hasta arriesgarse como bracero, cosechando naranja y uva en California, Estados Unidos. La desgracia le vino en forma de una caja que resbaló sobre su espalda y lo lastimó al grado de dejarlo paralizado.

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Su recuperación fue lo suficientemente lenta y aleccionadora como para darse cuenta que su verdadera vocación estaba en el teatro. Así que sin mucho más que la determinación de un amor que se siente para siempre, Ignacio entró en 1949, a los 24 años de edad, a la Academia de Arte Dramático del Instituto Nacional de Bellas Artes. Ahí, el mismísimo Xavier Villaurrutia, quien era su maestro de teatro, le aconsejó hacer único su nombre artístico y fue entonces que, recordando a San Pablo, decidió adoptar Tarso, la ciudad donde nació el santo, como apellido. Los años pasaron y en la escuela del INBA, Ignacio tuvo a los mejores maestros del país, entre ellos Salvador Novo, Clementina Otero y Celestino Gorostiza.


Después de hacer su debut con las grandes obras de Shakespeare y pasar 10 años cosechando éxitos importantes dentro del gremio pero sin mucho reconocimiento popular, la película ‘Macario’ (1959), de Roberto Gavaldón, le abrió las puertas de la popularidad y el reconocimiento de la crítica, que consideró tanto a la película como a su actuación en un clásico instantáneo.

De ahí todo fue fortuna y su talento y disciplina siempre hablaron por él. No es gratuito que su capacidad interpretativa lo haya llevado a ser dirigido por los grandes pilares del cine mexicano, incluidos Ismael Rodríguez, Luis Alcoriza, Carlos Enrique Taboada y Jorge Fons. Y en mancuerna con todos ellos consiguió los más grandes elogios del público y los más exigentes críticos.


Hasta el último de sus días, don Ignacio mantuvo un espíritu jovial que perduró hasta en su momento más crítico de salud. Siempre deseó llegar al siglo de vida y volver al teatro, el lugar en el que encontró su vocación y compartió la más pura satisfacción de estar vivo.

“Espero para los 100 años volver al teatro con una obra y con el teatro lleno”, dijo, y casi lo consigue.

A don Ignacio le sobreviven tres hijos, Gabriela, Susana y Juan Ignacio, además de un público fiel. Descanse en paz.


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