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Estefanía Vela, la abogada que busca responder: ¿qué es la violencia contra las mujeres?

En esta segunda entrega de ‘Otros mundos posibles’, contamos cómo una joven talento del derecho pretende explicar el problema más grande del país
Publicado 1 Dic 2020 – 04:35 PM ESTActualizado 1 Dic 2020 – 06:11 PM EST
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Tras graduarse de la Yale Law School, Estefanía Vela Barba decidió regresar al origen de su vocación como abogada y cofundó Intersecta, un proyecto que conecta a las políticas públicas y el Estado, la violencia contra las mujeres y los modos de discriminación en un mismo ímpetu de entender al país.

Intersecta le ha puesto a prueba la paciencia, y sobre todo le ha enseñado del dolor a puñados. No es gratuito que Estefanía comience con un “pinche país”, al contar de este afán de promover políticas públicas para la igualdad. Y es que sí, hay hartazgo ahí, pero también una declaración de que las cosas no pueden quedarse como están, además de la confirmación de su compromiso por no ceder a la desilusión: “ Sí, pinche país, pero también diría que todo mi trabajo y toda mi vida está basada en la premisa de que otro derecho es posible, otro país es posible. Otra vida es posible”.

Su sentencia es justa ante la realidad del país. No hay sorpresa en decir que México es una fosa para los que se fueron y una cárcel para los que están, un territorio al que la violencia ha dejado en duelo perpetuo tras catorce años seguidos de una guerra declarada que ha arrebatado la vida de más de 275 mil personas, y desaparecido al menos 60 mil.

Como territorio de pequeñas catástrofes que se acumulan y duelen, pero que hay que contar de muchas maneras, de México no sólo importan sus historias particulares, también hay que entenderlo por montones para saber que nadie es una isla; porque sólo así, por montones, hay posibilidad de encontrar respuestas ante el patrón del dolor en medio de la emergencia cotidiana, pero más importante aún: para soñar que eso que ahora duele puede transformarse.

Y ahí es donde entra Intersecta, una idea que vino de intentar conectar lo que popularmente se entiende como “ violencia contra las mujeres" con el contexto más amplio del país, y que al final resultó en algo tan abstracto y manoseado que sigue, sorprendentemente, poco explorado.


“Hablamos muchísimo de cuántas mujeres son asesinadas en México al día, pero hasta hoy no sabemos cuántas son esas mujeres exactamente, peor aún, las características particulares de esas mujeres"

Y ni hablar si sabemos si son indígenas o afromexicanas, dos rasgos completamente invisibilizados. O las que viven con discapacidad también. Y es que hasta que eso no cambie, ¿cómo podemos decir que vamos a garantizar un mundo para todas?”.

Estefanía insiste en que hay ya dos realidades que nos pisan los talones y que amenazan con aplastarnos: la militarización y la prisión preventiva oficiosa, medidas que, a su juicio, se ofrecen como soluciones cuando en realidad son más problemas.

La primera tiene que ver con la apuesta del gobierno a favor del Ejército en las labores de seguridad pública, tras estrategias fallidas de pacificación. La segunda se refiere al plan de reformar el artículo 19 constitucional para ampliar los delitos que contemplen prisión preventiva. Es decir: habrá gente privada de su libertad sin que haya sido juzgada o encontrada culpable.

Como era de esperarse, con Intersecta, Estefanía está al tiro de imaginar y promover otras realidades.


“Nos interesa imaginar que haya otras justicias y otras formas de organización social que, de entrada, eviten dolores, violencia y pobreza”

O sea, vivimos en una violencia que es como esta bomba atómica nutrida de pequeñas catástrofes —en las que las víctimas más graves son las mujeres—. “Lo que asusta es que en catorce años no se ha logrado recuperar el rumbo, a pesar de que se está duplicando el número de soldados en la calle y que la milicia sigue aumentando su poder en detrimento de otras causas. Y es que no me deja de parecer increíble que mientras peleamos por pesos y centavos para sostener las causas de las mujeres indígenas, desplazadas o tocadas por la violencia extrema, por ejemplo, la Secretaría de la Defensa Nacional, sigue obteniendo contratos por millones. La pregunta es: ¿cuánta violencia más estamos dispuestos a tolerar para decir, ‘hey no, necesitamos algo más que esto’?”.


Con la estadística en la mano, es fácil reconocer que el México de hoy es invivible, particularmente en la calle, pero ¿hay esperanza de volver a pisarla sin miedo? Estefanía apuesta a que sí con una ecuación fácil: “Si podemos imaginar un mundo más amable, más divertido y más justo, se puede hacer. Solo tenemos que entenderlo como un proceso de construcción que requiere de un trabajo colectivo de todos los días”.

La ilusión no es ingenua. Ahí están los hechos sorprendentes, dice, “lo que creo que no me deja de inspirar es exactamente todas las jóvenes, todas las mujeres movilizadas que dicen esto no, definitivamente no, y ya estamos pensando en como sí. Porque lo mejor que nos puede pasar en este campo de batalla es saber que no somos las únicas que estamos tratando de reimaginar otras realidades. Las fuentes de imaginación no paran, son muchas y eso vale la pena”.


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