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¿Qué es la asexualidad y por qué importa hablar de esta construcción del deseo?

En el Día Internacional de la Asexualidad y sus espectros, explicamos qué es y cuáles son las claves para empezar a entender el tema
Publicado 6 Abr 2021 – 07:38 PM EDTActualizado 6 Abr 2021 – 07:49 PM EDT
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El 6 de abril se ha dispuesto como el Día Internacional de la Asexualidad y sus espectros, que en términos generales, según la descripción de It gets better, se puede resumir como que alguien asexual “es una persona que experimenta poca o ninguna atracción sexual, o que experimenta atracción, pero no siente la necesidad de representarla sexualmente".


Para hacerlo más claro: la asexualidad es no sentir atracción sexual por otras personas. Pero eso no implica que no haya atracción romántica o intelectual. Es decir, simplemente no hay una motivación sexual y según el Instituto Superior de Estudios Psicológicos de España, se calcula que el 1% de la población mundial es asexual.

Pero vamos por partes, pues si bien las definiciones ayudan cuando no comprendemos algunos hechos, no lo son todo. Así que si sigues pensando: ¿qué significa ser asexual? Significa que alguien no siente deseo sexual por otras personas, pero pueden ejercer su sexualidad hacia sí mismos (con la masturbación u otros métodos que los hagan sentir satisfechos) u otros impulsos de excitación física o libido, pero no hacia alguna persona.

¿Entonces ser asexual significa no tener sexo? No necesariamente. Algunos estudios de psicología clínica juvenil afirman que “las y los asexuales pueden llegar a disfrutar teniendo sexo pero no porque deseen a la otra persona sino por la sensación física u otras circunstancias como experimentar el placer del otro o simplemente sentirse emocionalmente cercanos a su pareja. Así muchos asexuales suelen negociar con su pareja sexual la frecuencia, las prácticas y condiciones con las que se realizará el acto sexual. Otro grupo permiten que su pareja sexual se acueste con otras personas y otros tantos prefieren no tener pareja si el otro no es asexual también”.

Como en toda la gama de la diversidad sexual, la asexualidad no es un estado puro e inamovible, existen casos de gris-asexualidad y demisexualidad. La primera es cuando las personas experimentan atracción sexual alguna vez pero no necesariamente quieren llevarlo a la práctica, y la segunda se refiere a la nula atracción sexual salvo en casos donde haya un fuerte lazo emocional con alguien y decidan mantener una vida sexual activa, que podría definirse como asexualidad temporal.


Como toda práctica sexual no normativa, es común que las personas asexuales encuentren en su haber afectivo un montón de problemas con el ejercicio de su sexualidad en pareja o grupo, pues muchas veces no se le considera como tal ni se da un diagnóstico médico sobre la inexistencia del deseo sexual o la aversión al sexo. O simplemente las personas son juzgadas con interpretaciones psicológicas equivocadas que los describen como "represivos", "traumados" o "con poca educación sexual".

Hablar de asexualidad entonces no sólo implica que incluso no exista un consenso sobre la totalidad del concepto, sino que las personas asexuales luchen contra su propia construcción biológica y cultural del deseo.

Según un artículo académico de salud llamado Asexualidad: revisión crítica del concepto, la asexualidad, se puede conocer desde cuatro componentes clave: atracción/deseo sexual como componente central, relaciones sexuales, relaciones afectivas amorosas y la autoidentificación.

Como cualquier otra orientación sexual distinta a la heterosexualidad, la asexualidad ha creado sus propios espacios de representación y comunidad, así que se le considera también como un discurso biopolítico que se opone a creer, pensar y construir todo desde una perspectiva/estructura en la que toda orientación pasa por un deseo genital explícito de una persona a otra.

La asexualidad no es nueva ni “una moda”, se ha estudiado desde principios de la década de los 40 y fue considerada por el investigador de la sexualidad humana Alfred Kinsey como parte de la escala de la diversidad sexual en 1948.

Así pues, aunque no tener apetito sexual por otras personas ha sido históricamente deslegitimado como un trastorno psicológico, hoy se puede decir que se trata de una identidad sexual válida como cualquier otra como una categoría que también construye al ser sexual desde un lugar no genital donde las preguntas como:

¿Se puede desear sin tener sexo?, ¿se puede gozar sin tener sexo? y ¿se puede amar sin tener sexo? se puedan responder con naturalidad, sin sorpresa, sin juicios y sin estigmas.


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